Un silencio profundo embarga el alma, un eco trillado son mis lamentos. Tu nombre va prendido a mi lengua, tus besos cincelados a mi espalda.Una sonrisa oscura aparento al mundo, una mirada amarga, pura hipocresía, la agonía de no tenerte en la almohada, de pensarte tantas veces en mi olvido.Y pasan los minutos como horas. Tu voz tersa y caoba truena, hace ecos en las paredes huecas y penetra en pensamientos infinitos.
Y, así, regresas y regresas, jilguero, contándome al oído tus recuerdos, reliquias del amor y del tormento, fragmentos de erupción y meteorito.

Pablo Cerda
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