lunes, 30 de noviembre de 2009

JOSE EMILIO PACHECO DE MEXICO, PREMIO CERVANTES 09



El poeta y narrador mexicano José Emilio Pacheco fue galardonado con el Premio Cervantes 2009, según anunció el lunes la ministra de Cultura española, Angeles González Sinde.El Cervantes es el premio más importante de las letras en castellano, está dotado con 125.000 euros y reconoce la labor de un escritor que, con el conjunto de su obra, haya contribuido a enriquecer el legado literario hispánico. SEMBLANZA: Pacheco, nacido en Ciudad de México en 1939, es poeta, narrador, ensayista y traductor. Comenzó con su profesión literaria en la revista "Medio Siglo" y trabajó como director y editor de varias publicaciones y suplementos de cultura.



Entre su obra poética, que le valió el pasado mayo el XVIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, se destacan "El reposo del fuego" (1966), "No me preguntes cómo pasa el tiempo" (1969) o "Desde entonces" (1980)."Quiero dejar claro que este premio es para toda la literatura mexicana, que no sale mucho de nuestras fronteras", dijo el poeta en una declaración telefónica a RNE desde Guadalajara, México, donde asiste a la Feria Internacional del Libro.Pacheco afirmó también sentirse "aniquilado" por tantos homenajes recibidos en el 2009, al cumplir los 70 años, y reconoció que tanta celebración le causa "mucha fatiga" Junto a Carlos Monsiváis, Pacheco fue director del suplemento de la Revista de la Universidad de México. También dirigió la Biblioteca del Estudiante Universitario y ejerció como profesor en diversas universidades de Estados Unidos, Inglaterra y Canadá.El escritor mexicano forma parte de la conocida como generación de los años 50, al igual que Eduardo Lizalde, Carlos Monsiváis o Sergio Pitol. Especialista en Literatura Mexicana del siglo XIX, realizó investigaciones como "En torno a la cultura nacional" y "Belleza y poesía en el arte popular mexicano". Además, tradujo a autores como Tennesse Williams, Oscar Wilde, Samuel Beckett o T.S. Elliot. El escritor catalán Juan Marsé fue el galardonado en la edición del 2008. Con esta concesión, se cumple una ley no escrita por la que el Cervantes se concede alternativamente a un escritor español y a uno hispanoamericano. En el 2007 el premio recayó en el argentino Juan Gelman.La decisión, conocida hoy a las 1500 hora local, la tomó un jurado presidido por José Antonio Pascual, representante de la Real Academia Española, y formado, entre otros, por Luis García Montero, la escritora Almudena Grandes, Soledad Puértolas y Juan Gelman. Fuente:



(Reporte de Raquel Castillo, con reporte adicional de Adriana Barrera en Ciudad de México; )









Empezó a brillar desde muy joven en el panorama cultural mexicano, gracias a su dominio de las formas clásicas y modernas y al enfoque universal de su poesía. Ha sido docente universitario e investigador al servicio de entidades gubernamentales. Entre sus galardones se cuentan: Premio Nacional de Poesía, Premio Nacional de Periodismo Literario, Premio Xavier Villaurrutia, Premio Magda Donato, Premio José Asunción Silva en 1996,el Premio Octavio Paz en el año 2003, el Premio Federico García Lorca 2005, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en 2004 y la XVIII edición del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2009. De su obra poética se destacan: «Los elementos de la noche» en 1963, «El reposo del fuego» en 1966, «No me preguntes cómo pasa el tiempo» en 1969, «Irás y no volverás» en 1973, «Islas a la deriva» en 1976, «Desde entonces» en 1980, «Trabajos en el mar» en 1983, y «El silencio de la luna» poemas de 1985 1996.



Algunas exquisitas poesìas de este Mexicano ilustre son:



Éxodo



En lo alto del día eres aquel que vuelve a borrar de la arena la oquedad de su paso; el miserable héroe que escapó del combate y apoyado en su escudo mira arder la derrota; el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo para que el mar no arroje su cadáver a solas; el perpetuo exiliado que en el desierto mira crecer hondas ciudades que en el sol retroceden; el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto el que escucha en el alba cantar un gallo y otro porque las profecías se están cumpliendo: atónito y sin embargo cierto de haber negado todo; el que abre la mano y recibe la noche.





Gota de lluvia



Una gota de lluvia temblaba en la enredadera.



Toda la noche estaba en esa humedad sombría



que de repente



iluminó la luna.



Indeseable



No me deja pasar el guardia. He traspasado el límite de edad. Provengo de un país que ya no existe. Mis papeles no están en orden. Me falta un sello. Necesito otra firma. No hablo el idioma. No tengo cuenta en el banco. Reprobé el examen de admisión. Cancelaron mi puesto en la gran fábrica. Me desemplearon hoy y para siempre. Carezco por completo de influencias. Llevo aquí en este mundo largo tiempo. Y nuestros amos dicen que ya es hora de callarme y hundirme en la basura.



La gota



La gota es un modelo de concisión: todo el universo encerrado en un punto de agua.



La gota representa el diluvio y la sed. Es el vasto Amazonas y el gran Océano.



La gota estuvo allí en el principio del mundo. Es el espejo, el abismo, la casa de la vida y la fluidez de la muerte.



Para abreviar, la gota está poblada de seres que se combaten, se exterminan, se acoplan. No pueden salir de ella, gritan en vano.



Preguntan como todos: ¿de qué se trata, hasta cuándo, qué mal hicimos para estar prisioneros de nuestra gota?



Y nadie escucha. Sombra y silencio en torno de la gota, brizna de luz entre la noche cósmica en donde no hay respuesta.



Las flores del mal



A la memoria de Jaime García Terrés



Danza sobre las olas, vuelo flotante, ductilidad, perfección, acorde absoluto con el ritmo de las mareas, la insondable música que nace allá en el fondo y es retenida en el santuario de las caracolas.



La medusa no oculta nada, más bien despliega su dicha de estar viva por un instante. Parece la disponible, la acogedora que sólo busca la fecundación, no el placer ni el famoso amor, para sentir: ­Ya cumplí, ya ha pasado todo. Puedo morir tranquila en la arena donde me arrojarán las olas que no perdonan.





Medusa, flor del mar. La comparan con la que petrifica a quien se atreve a mirarla. Medusa blanca como la X'Tabay de los mayas y la Desconocida que sale al paso y acecha desde el Eclesiastés al pobre deseo.



Flores del mar y el mal las Medusas. Cuando eres niño te advierten: Limítate a contemplarlas. Si las tocas, las espectrales te dejarán su quemadura, la marca a fuego, el estigma de quien codicia lo prohibido.



Quizá dijiste en silencio: ­Pretendo asir la marea, acariciar lo imposible.



Nunca lo harás: las medusas no son de nadie celestial o terrestre. Son de la mar que no es ni mujer ni prójimo.



Son peces de la nada, plantas del viento, quizá espejismos, gasas de espuma ponzoñosa



En Veracruz las llaman aguas malas.



Lluvia de sol



La muchacha desnuda toma el sol apenas cubierta por la presencia de las frondas.



Abre su cuerpo al sol que en lluvia de fuego la llena de luz.



Entre sus ojos cerrados la eternidad se vuelve instante de oro. La luz nació para que el resplandor de este cuerpo



le diera vida. Un día más sobrevive la tierra gracias a ella



que sin saberlo es el sol entre el rumor de las frondas.





Los elementos de la noche



Bajo el mínimo imperio que el verno ha roído se derrumban los días, la fe, las previsiones. En el último valle la destrucción se sacia en ciudades vencidas que la ceniza afrenta.



La lluvia extingue el bosque iluminado por el relámpago. La noche deja su veneno. Las palabras se rompen contra el aire.



Nada se restituye, nada otorga el verdor a los campos calcinados.



Ni el agua en su destierro sucederá a la fuente ni los huesos del águila volverán por sus alas.







Lumbre en el aire



Estallan los jardines de la pólvora en el cielo oscurísimo y su aplomo.



Estruendo frente al mar que se encarniza desde la eternidad contra las rocas.



A cada instante otro Big bang. Nacen astros, cometas, aerolitos.



Todo es ala y fugacidad en la galaxia de esta lumbre.



Mundos de luz que viven un instante. Luego se funden y se vuelven nada.



Como esta noche en que hemos visto arder cuerpos fugaces sobre el mar eterno.





Mar eterno



Digamos que no tiene comienzo el mar Empieza donde lo hallas por vez primera y te sale al encuentro por todas partes







Memoria



No tomes muy en serio lo que te dice la memoria.



A lo mejor no hubo esa tarde. Quizá todo fue autoengaño. La gran pasión sólo existió en tu deseo.



Quién te dice que no te está contando ficciones para alargar la prórroga del fin y sugerir que todo esto tuvo al menos algún sentido.