De vez en cuando la vida
nos besa en la boca
y a colores se despliega
como un atlas,
nos pasea por las calles
en volandas
y nos sentimos en buenas manos;
se hace de nuestra medida,
coge nuestro paso
y saca un conejo de la vieja chistera
y uno es feliz como el niño
cuando sale de la escuela.
De vez en cuando la vida
toma conmigo café
y está tan bonita que
da gusto verla.
Se suelta el pelo y me invita
a salir con ella a escena.
De vez en cuando la vida
se nos brinda en cueros
y nos regala un sueño
tan escurridizo
que hay que andarlo de puntillas
por no romper el hechizo.
De vez en cuando la vida
afina con el pincel:
se nos eriza la piel
y faltan palabras
para nombrar lo que ofrece
a los que saben usarla.
De vez en cuando la vida
nos gasta una broma
y nos despertamos
sin saber qué pasa,
chupando un palo sentados
sobre una calabaza
(Canción de Joan Manuel Serrat, catalán bello y uno de mis compañeros de melancolía en soledad.Esos momentos en los que te hablas y te respondes)
De vez en cuando la vida nos lleva a lugares y momentos que se quedan grabados en la memoria para siempre, así mismo las “grandes personas” fugaces que nos dejan con la miel en la boca, personas aparecidas como una tormenta de verano, a sabiendas de lo imposible de perdurar a nuestro lado, personas para las que el tiempo dejo de existir y de cuyo néctar nos alimentamos solo una vez para toda la vida.
Momentos perfectos les llamo yo. Encuentros trascendentes. Coqueterías de la vida. Y hay que vivirlos sin derramar una sola gota, porque es así de fugaz que de pronto estamos sentados justamente repasando las huellas mnemónicas de ese instante maravilloso, orgásmico, dice Liza. Ahí está en nuestro cerebrito. Se vuelve a rescatar y lo vives por fortuna.
Ah, todavía no tengo audio ni video en mi blog, me encantaría compartir algo de mis favoritos, pero temo que se haga muy pesada la página y luego me mientan la madre los incautos que entran, jejej.
julieta, 27 años, fotógrafa.
Hace 9 años
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