domingo, 27 de septiembre de 2009

HIJAS DE PAVLOV!

Ayer me hizo gracia una palomilla de cinco chiquillas que alimentaban los pichones gritando de júbilo. La manipulación consistía en cambiar la parvada de lugar al arrojar puñados de arroz en diferentes direcciones.

El centenar de aves volaban sobre ellas sin golpearlas. Una niña como de siete años gritaba: ¡Donde los quieren ahora! y cambiaban los puñados de arroz hacia otro lugar,para observar el movimiento de pichones blancos, grises y cafés sobre el desierto kiosco mañanero. Yo participé de la diversión discretamente sin ser invitada. Me acerqué para sentir sobre mi cabeza las alas que acarician al roce. ¡Ah ,los sencillos goces de la infancia!


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